Un arquitecto en Matamoros. Manuel Robledo Treviño.

Haber descubierto la diversidad del trabajo de Leonardo da Vinci influyo enormemente en el estudiante de arquitectura Manuel Robledo quien fue un punto de referencia para muchas de sus actividades.

El estilo en muchas de sus acciones es altamente influenciado por este artista florentino debido a la diversidad que tiene en su esencia humana pues fue arquitecto, pintor, escultor, anatomista, poeta, maestro en artes gastronómicas y algo que pocos saben es que tuvo un restaurante además de que fue inventor de maquinas y de estrategias militares; en pocas palabras era un hombre universal. Para el joven Robledo ha sido el hombre más sabio que ha pisado la tierra.

Después de haber admirado por mucho tiempo a otro florentino como Miguel Ángel Buonarroti autor de “El David” a quien considera que fue muy apasionado e incluso que era injusto en sus posiciones y a quien dice parecerse mas que al autor del “Hombre de Vitrubio”; y de estos dos talentos del renacimiento, de esta estirpe de artistas su preferido es Leonardo.

No fue ni Psicología ni Filosofía y Letras, de 1968 a 1973 fue la carrera de arquitectura en la UANL, la cual fue muy absorbente, un tiempo cargado de rectas, ángulos y líneas. Cabe señalar que incluso antes de ingresar a esta carrera el joven Robledo sabía que era bueno para esta vocación pues ayudaba a sus amigos que ya estaban en la facultad con sus maquetas y perspectivas.

En otro tenor, a sus veinte años el joven Robledo tuvo un deseo romántico de conocer el mar, razón por la que se trasladó de Monterrey a Matamoros con otros dos amigos quienes una noche decidieron irse a bailar y él decidió quedarse con su amiga Aracelia Pérez Charles, esta decisión de no irse con sus amigos marcó sin él saberlo el rumbo de su vida totalmente, su amiga le dijo:

-Tú eres mi mejor amigo y te voy a presentar a mi mejor amiga, se llama Silvia.

Estas palabras aparentemente simples y sin trascendencia fueron en los hechos un cataclismo existencial con epicentro en el corazón del joven Robledo pues le presentaron a la bella jovencita Silvia de León Zivec quien tuvo un efecto de electricidad que recorrió toda su existencia desde el primer momento en que sus ojos vislumbraron su deslumbrante figura, se quedó helado, anonadado y en una manifestación de loco y desbordante enamoramiento, que muy pocos entienden dijo para sus adentros:

-Esta güerita va a ser mi esposa y primero va a ser mi novia, pues si suelta no se me va, amarrada menos.

De esta forma, siguiendo un guión, al parecer marcado por el destino, el 8 de marzo de 1968 le invitó un café y sin más criterio que su indiscutible torbellino de admiración por Ella se hicieron novios. Toda la carrera de arquitectura Silvia fue su novia por cinco años; nunca tuvo otra novia y pudieron trascender la frase fatalista que dice: “La novia del estudiante jamás es la esposa del profesionista”.

Cabe señalar que los papas de Silvia, como todos los papás del universo que se toman en serio su labor de padres tenían que probar la seriedad de las intenciones del joven regiomontano que cortejaba a su hija con tanta emoción y tenían una duda razonable aterrizada en cierta reserva a este noviazgo por cuestiones de celo o quizá porque veían muy joven a Robledo.

Pero él sin darle certezas a sus “suegros” y siguiendo las certezas de su profundo amor por ella le escribía todos los días cartas muy intensas en las que proyectaba la sinceridad y profundidad del noble sentimiento que la vinculaba a Ella, las cuales pasaban por la aduana paterna y todas eran leídas por la mamá de Silvia quien después de haber sido cautivada por la fuerza narrativa de un amor profundo, autentico y lleno de transparencia los padres no pudieron negar su permiso para este noviazgo que llegó a matrimonio el 15 de diciembre de 1973.

Aquí el arquitecto Robledo hace una pausa y con la mirada hacia el infinito y suspirando dice:

-Ella me hizo a mí. Cuando yo la conocí, a pesar de que ya estaba en la facultad de arquitectura, yo aún tenía mente de niño.

Era tal su pasión por Silvia que todos sus sueños los enfocaba en un futuro estando siempre juntos, en algún momento del único noviazgo de su vida recuerda que hizo un dibujo en la que estaban ellos en una chimenea acompañados por un niño y una niña, ambos con la fisionomía de los enamorados involucrados, el varoncito de cinco años y la pequeñita de dos. Con el devenir del tiempo fueron los hijos que tuvieron con esa diferencia de edades. Fabiola y Manuel.

En diciembre del 2023 cumplirán cincuenta años de matrimonio, bodas de oro, y con nostalgia recuerda sus bodas de plata, hace veinticinco, momento culminante en que hizo un retrato de ella titulado “Silvia polimórfica” donde abundan detalles de cómo él la percibe y que es el que acompaña a la presente columna.

Por otro lado, ya como arquitecto titulado, Manuel Robledo se vino el 1º de julio de 1974 a trabajar a Matamoros con la Junta Federal de Mejoras Materiales con el Ing. Alejandro Montañez, donde duro muy poco tiempo. En una ocasión tomo el directorio telefónico para llamar a los arquitectos y pedirles trabajo, había muy pocos y uno de ellos fue el Arquitecto Carlos Reyes Escobar a quien describe como una buena persona y un profesionista muy integro.

-Arquitecto, habla Manuel Robledo, soy de la Autónoma de Nuevo León, no conozco a nadie en Matamoros y estoy buscando trabajo.

-Te voy a hacer tres preguntas, de eso depende de que trabajes o no conmigo. ¿De dónde eres egresado?

-De la Autónoma de Nuevo León.

-Muy bien, respuesta aprobada. Segunda pregunta, ¿Qué tan bueno eres para dibujar?

-Bastante bueno.

-Te voy a creer, pero de la siguiente respuesta depende si trabajas o no conmigo.

Manuel esperaba una pregunta que pudiera tener que ver con religión o filosofía de vida y puso atención al último cuestionamiento:

  • ¿Sabes jugar ajedrez?

Manuel nunca había jugado y respondió con una mentira piadosa y necesaria:

-Si.

Al escuchar la respuesta el arquitecto Carlos Reyes lo observaba con cierta incredulidad y una mirada profunda de novelista ruso tratando de descifrar conductas por medio de micro expresiones y le espeto sin miramiento alguno:

  • ¿Sabes jugar o nada más sabes mover las piezas?

Por la mente de Manuel paso su flamante matrimonio, el amor de su esposa era una motivante para no salir sin nada en las manos de esa entrevista y ante la necesidad de trabajo y teniendo la solución tan cerca y tan lejos al mismo tiempo decidió escalar en la mentira para poder asegurar el trabajo y con una seguridad muy bien simulada respondió con un sesgo de petulancia para dar jaque mate en la competencia dialéctica:

-Fui campeón en la escuela.

A partir de ese momento tuvo trabajo, pero también compró libros de ajedrez para dar fundamento a la pequeña mentira; y de 8 AM a 4PM trabajaba de arquitecto y después tenía que dedicarle una hora a jugar con su nuevo jefe. Tuvo la suerte de que todos los empleados eran muy maletas y pudo aplicar aquel adagio de que en tierra de ciegos el tuerto es rey y decidió ganarles a todos menos a su jefe para mantener su trabajo.

A partir de este momento comenzó el crecimiento profesional como arquitecto; en ese despacho, Robledo tuvo diálogos de mucha enseñanza con su jefe.

El tiempo hablará.

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