Costuritas. El futbolista que habita en el Sastre. (Último)

El primer vínculo de Costuritas en el mundo de la sastrería fue en 1964 a los quince años de edad cuando ingreso a trabajar con el Señor Petronilo Sánchez Rangel dueño de “Trajes Petronio” donde su primera actividad en el ramo tenía que ver más con la parte administrativa que con la logística propia del giro como sastre; y por los hambres que vivió siempre quiso ser mas delo que era y siempre quiso aprender más de lo que sabía pero sabiendo que entre los planes de crecimiento personal y la realidad táctica cotidiana suele mediar un abismo tomó una decisión muy arriesgada.

El negocio era tan prospero que en menos de dos años en 1966 Don Petronilo compró a su competencia, el italiano Paolo Pecorelli Fussi su negocio, “Trajes Fussi” ubicado en la calle González entre 7 y 8, a lado de donde hoy es Telas Parisina y hay un estacionamiento muy estrecho. Esta acción la observó Costuritas y se percató que el negocio toral, más que ser un administrador de una sastrería debía aprender a ser un sastre.

Habló con Don Petronilo y en forma por demás arriesgada le dijo:

-Voy a renunciar como administrador porque quiero aprender el oficio de sastre.

-Te advierto que en lo que aprendes, tu ingreso va a ser menos.

Y como nunca conoció el miedo dijo: ¡Va!

Cabe señalar que la fuerza creadora no va nunca unida sino a aquel hombre que está lleno de vida y este varón que había probado muchos sin sabores a lo largo de su vida supo escoger un inmenso destino, pues sabía que una de sus virtudes era aprender rápido y de esa forma se aplicó y le aprendió a sus compañeros. El Cortador era el Señor Petronio, el maestro saquero era Juan Hernández, muy fino para su labor, también recuerda a los Cuatro hermanos Silva: Juan, Alejandro, Rubén y uno más que escapa a su memoria al igual que los dos yucatecos que eran los fabricantes de guayaberas.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Costuritas supo medir sus alcances para aprovechar al máximo su margen de posibilidad de éxito profesional en la vida; era imposible pensar en una universidad, así que se aplicó para desarrollar al summum el giro donde lo había puesto la vida, y en ese momento decidió que se convertiría en el mejor sastre de la región.

Aprendió rápido y ya siendo un sastre oficial en la navidad de 1968 sus compañeros deciden irse de vacaciones pero Don Petronio no le había dado permiso y siendo él de un espíritu libre decidió irse; al regreso en enero de 1969 ya no tenía trabajo; meses después la competencia Paolo Pecorelli Fussi le dijo:

-Flaco, vente conmigo.

-Ya me gusto la vagancia, respondió. Y como la vagancia no daba para comer y habiendo entendido que ese ritmo de vida no le daría sustento decidió ese año iniciar su negocio al cual con el paso del tiempo se le sumo su actual socio, el Señor Alfredo Hernández a quien sedujo desde que estaba en la secundaria Técnica Cuatro y con el pretexto del fútbol, deporte que ha sido su pasión desde siempre en el equipo de sus amores: Club Huracán lo atrajo y lo capacito en el rubro de la sastrería.

Pero el gran logro suyo es su familia, el 1º de septiembre de 1974 se casó con Martha Castañeda Hernández con quien procreó dos varones y dos mujeres; ese que solo estudió hasta la primaria le dio a sus hijos la carrera de ingenieros, José Fabián y Luis Manuel, y a ellas la carrera de maestras, Martha Elena y Magdalena. Impresionante. Puedes llorar sesudo lector.

Debo mencionar otra vez el nombre de este distinguido ciudadano que, como diría Miguel de Unamuno, lo nacieron en el estado de San Luis Potosí, y quien en el uso de sus facultades escogió Matamoros como su tierra: él es SanJosé Rodríguez Calixtro, alias Costuritas quien hace mucho tiempo se instaló en la calle González y quien supo desarrollar a pesar de las adversidades y quizá más bien gracias a ellas un negocio prospero de calidad internacional.

Querido y dilecto lector, Costuritas nunca vivió al abrigo de los vientos adversos pero se supo curtir de ellos, y jamás buscó la adversidad sino que le era impuesta por la vida misma pero aprendió a torearla; y lo admirable es que las vivencias que en muchas personas les sirve de justificante para perderse, en Costuritas sirvieron de impulso creador y nunca se detuvo a medir sus capacidades, simplemente las desarrollaba por urgente necesidad. Gente como él hace grande a Matamoros.

El tiempo hablará.

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