Cronista de Matamoros. Un nuevo reto.

La cita era a las 2:00 PM para llevarse a cabo tres sesiones de cabildo. La tercera sesión, la vigésima quinta, fue la asignada para el nombramiento como Cronista Municipal. Llegué acompañado de mi hija Monserrat y de mi amigo, casi hermano, Ernesto Parga. El edificio nos acobijó no solamente en su arquitectura sino en la calidez de las personas que amablemente nos saludaban.

Subimos con anticipación al auditorio Pedro Sáenz y aún no llegaba ninguno de los miembros del Cabildo; el primero en llegar fue el regidor Héctor Silva quien amablemente nos saludó. Después de él llegaron todos los demás a quienes en esta ocasión no mencionaré, de lo contrario no podría dar el relato puntual. Lo que sí puedo decir es que en medio de la maraña de sentimientos torrenciales que vivía en mi interior, en algún momento sentí el peso del compromiso.

Ahí estaba yo a punto de recibir el nombramiento como cronista municipal en un momento fascinante de mi vida que bien podría llamar felicidad, pues estaban conmigo las personas más allegadas a mí en este momento, a lado mío, mi hija Monserrat con un semblante de plenitud que me compromete. Los otros dos miembros de la terna, Ernesto Parga y Arturo Zárate, con su grandeza académica y humana y su presencia me dieron una gran lección de humildad. Estuvo mi hermano Francisco con su esposa Lulú, sin olvidar al Dr. Guillermo Hernández Gracia, a mi buen amigo y consejero en lo referente a Teoría General del Estado, Ismael Colmenero, y el empresario inmobiliario, el generoso Miguel Guerra, de quien el alcalde Mario López se refirió como mi roommate.

Pues bien, el tiempo había llegado y el momento de la toma de protesta era inminente frente al Cabildo de Matamoros, Dos síndicos, mujer y hombre, once regidoras, nueve regidores, el alcalde y el secretario del Ayuntamiento, veinticuatro personas frente a mí. Hubo dos sesiones antes que solo acrecentaron en mí una ansiedad que yo creía estaba disimulando hasta que mi hija Monserrat a quien en todo momento tuve tomada de la mano, me pregunta en voz baja: ¿Estás nervioso papá? Yo con inercia simplemente dije que no.

En cierto momento el alcalde Mario López me hizo el cuestionamiento que implica la toma de protesta a lo que yo le respondo: “Sí protesto”. En ese momento llovieron sobre mi cabeza un sin número de ideas que me hacían ver el reto que venía. Pude ver nítidamente que hay personas que creen en mí, hay otras que dudan y otras que simplemente no creen, viva la pluralidad, todas ellas me hinchan el deseo de hacerlo bien.

Pensé en el enorme compromiso que implica alcanzar el nivel de los anteriores cronistas, todos ellos grandes y experimentados. Don Eliseo Paredes, el Ing. Clemente Rendón de la Garza, quien inició con Sampayo en 1996, después volvió con Mario Zolezzi en el 2002 y estuvo en el puesto hasta Jesús de La Garza en el 2018, sin olvidar al maestro Andrés Cuéllar, quien fue cronista con Homar Zamorano y volvió con Mario López.

Encontré algunos datos relevantes de lo que me tocará hacer en los próximos días mientras esté yo vigente en este puesto. Que interesante labor la del cronista pues es tener un papel de primera importancia para el desarrollo municipal, puesto que el conocimiento histórico, económico, social, político y cultural del municipio tiene mucho que ver para la formulación del plan de desarrollo municipal, así como la elaboración de las políticas públicas.

Encuentro que el cronista es como un fedatario de los hechos y tiene que ayudar a preservar los archivos que son la memoria que nunca debe faltar, por eso la figura del cronista es fundamental, porque preserva las tradiciones orales además de colaborar en la recopilación de los archivos de los diversos sectores: públicos, privados, de asociaciones civiles y del mismo gobierno municipal.

Querido y dilecto lector, también encontré que la labor del cronista está ligada muy estrechamente a la promoción de la identidad de cada lugar, por eso es importante hacer que la presentación de la historia sea seductora y al alcance de todos, pues es una función importante que fortalece en las personas el sentido de pertenencia y el orgullo de ser matamorense de cualquier colonia, barrio o sector residencial.

No es una labor de un solo hombre. Es una actividad que se enriquece con la buena voluntad y participación de todos aquellos que tengan un dato o gráfica que pudieran catalogarse de históricos y que tengan la visión de construir juntos esa historia que le dé empaque a nuestra ciudad.

En consecuencia, el cronista con su actividad rescata, preserva y difunde la memoria colectiva de Matamoros, a la vez que con esta acción, perdón por ser reiterativo, fortalece el sentido de pertenencia y el orgullo de la tierra que nos vio nacer.

El tiempo hablará.

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