El PAN y el Madero de hoy

Gustavo Adolfo Madero, ex Presidente Nacional del Partido Acción Nacional (PAN), es descendiente directo, en su calidad de sobrino nieto, del muy conocido “mártir de la democracia”, Francisco Ignacio Madero González.

La historia nacional moderna, escrita por los triunfadores del movimiento social de 1910, han tratado, por todos los medios a su alcance, de lavar el nombre de este prócer de la patria  reciente o lo que es lo mismo, han intentado persuadir al colectivo, de las bondades de don Francisco Ignacio en la caída del régimen porfirista y en la instauración de la nueva república.

Hay que reconocer que el tío abuelo del ex presidente del PAN, tuvo el valor de ponerse frente al dictador Porfirio Díaz, pero sólo para buscar la vicepresidencia de la república en el inicio de su rebelión, pero como en múltiples ocasiones, la soberbia es la justa compañera de los gobernantes, el señor Díaz se equivocó y desestimó la fuerza de los contrarios, mismo que provocó lo que todos ya sabemos: primero la renuncia y luego la salida de don Porfirio en el barco “Ipiranga” de Veracruz a París.

Pero lo que la historia trató de esconder, fue la extremada inocencia de don Francisco Ignacio, que con suma ingenuidad, dejó en manos del jefe militar de don Porfirio, Victoriano Huerta, el mando de las fuerzas armadas que debieron ser leales a él.

Se dice que en política “la inocencia se  paga con el despojo y la ingenuidad con el desplazo”, y la excesiva nobleza de don Francisco Ignacio indujo la traición de Huerta y su misma muerte. Es fecundo llegar a la conclusión que caro fue el costo del exceso de confianza de Madero en Victoriano Huerta.

En octubre de 2010, Gustavo Adolfo Madero, nieto del hermano menor de este relevante personaje de la historia de México, declaró que el PRI había secuestrado a su tío abuelo y convertido en priísta. Agregó que a su entender, su pariente llevaba en los genes, en su ADN, su identidad con el PAN. De paso, aclaró sentirse mal de saber que en su familia hubiera algunos militantes del PRI.

El caso es abundante de anécdotas sobre el ex presidente de PAN, de quien se dice, lleva en su historial político personal, el haber promovido a un candidato ajeno a la simpatía del presidente panista, Felipe Calderón, pero cargar sobre sus hombros, la pesadumbre de la derrota presidencial para su partido.

Entraría en la ecuación de Federico Nietzsche, esa que dice que “¿son inocentes aún en su malicia?

La falta de compromiso político, aunado a la poca experiencia de los  integrantes de los gabinetes de Fox y Calderón, y la poca eficacia de las políticas públicas sobre seguridad, empleo, equidad social y educación, dieron al traste con la intención de darle continuidad a los gobiernos panistas.

Hoy, por lo pronto, el ex presidente Felipe Calderón quedará recluido en  actividades del hogar al lado de su esposa Margarita.

Con mucha pena para los auténticos panistas, Vicente Fox se desmarcó del PAN. Abandonó la nave cuando divisó que su hundimiento era inminente. Desistió a ser miembro activo del albiazul, dejando en claro que ser parte del PAN, bien puede durar toda la vida o nada más un triste sexenio.

Es sádico reconocer que la división de los militantes del PAN es exponencial por la falta de certidumbre ideológica y por carecer de unidad entre sus mismos integrantes cuando ostentaron la presidencia de la república, sin  omitir que la laxitud en la formación de sus cuadros y la poca fe que se tuvieron, indujo a la derrota, y con ello, al despojo del poder y al desplazo de su partido en la presidencia de la nación.

Cuando Gustavo Adolfo Madero decidió sumarse al Pacto por México al inicio  del sexenio, se supone trató de asumir una posición congruente y de ser una oposición responsable. Nadie sabe si fue por estrategia, por estar completamente convencido por arreglos en lo oscurito con el régimen priísta o por…inocente.

Eso poco ayudó en la suma de adeptos.

No es difícil reconocer la ingenuidad del Madero de la Revolución con la del Madero actual, porque todo indica que los genes hicieron su parte y fijaron las conductas del tío abuelo en el sobrino nieto.

El exceso de confianza de Gustavo Adolfo Madero en el joven Anaya ahora lo tiene recluido en un cargo modesto en el estado de Chihuahua.

Vaya, el joven Anaya traicionó a Gustavo Adolfo, como Huerta a don Francisco.

Pero eso ya es historia.

La incógnita vuelve a ser tema: ¿Tendrá el PAN capacidad para resurgir como el Ave Fénix o tardarán otros 70 años para volver al poder?

Se piensa que sólo les queda reinventarse.

Igual que al PRI.

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