Los extraterrestres que desvían ciclones en Matamoros.

El mito es fascinante y se pudieran hacer muchas cosas a favor del turismo de nuestra ciudad basadas en esta ficción que incluso ha despertado el interés de la prensa extranjera.

Hoy pecaré de geocéntrico, entendiendo que la connotación de dicho concepto más que descansar en el sentido que promovió en siglos pasados al planeta tierra como centro del universo, tiene que ver con que veamos a Matamoros como centro de la historia que a continuación relataré y que tiene que ver con el mito de los alienígenas o extraterrestres que, según se cuenta, visitaron a Matamoros hace setenta y dos años en 1950.

La semana pasada algunos de mis cercanos, tales como Oscar Sobrevilla, que es de los pocos que conozco que no son mileniales y cualquier comentario que sube a su muro de Facebook, hasta el más insulso, logra una cantidad ingente de “likes”, y mi amigo y maestro, el periodista Jorge Pérez González, subieron a sus redes sociales el pronóstico de una lluvia muy emparentada con un ciclón o huracán.

Aquí en Matamoros nos preparamos para recibir la tumultuosa lluvia que cae del cielo, ya sé que decir que la lluvia cae del cielo es un pleonasmo de enormes dimensiones, incluso hasta lo podemos catalogar de barbarismo superlativo, pero es para darle fuerza narrativa a mi pueril relato. El punto es que la tan anhelada lluvia que estaba anunciada para llegar entre el viernes y el sábado nos dejó como novias de rancho. Pobres de las novias de rancho, seguro que la estadística de las que dejan vestidas y alborotadas ha de ser mayor en las novias urbanas, pero una vez sucedió, a alguien se le ocurrió decir la frase y quedó para la posterioridad.

La consecuencia de que la lluvia no llegó a nuestra ciudad reactivó el mito de los alienígenas que cuidan la costa de Tamaulipas desde Tampico a Matamoros. El domingo cuando ya fue inminente que el agua no hizo estragos recibí una llamada de la reportera de Televisa, Gina Cardín, preguntándome al respecto de la teoría marciana de la base extraterrestre ubicada en el golfo de México en las costas tamaulipecas.

A raíz de esta llamada me comuniqué con el joven historiador Martín Rodríguez para que me diera elementos al respecto de esta curiosa historia de extraterrestres, él como siempre amablemente me dio las notas para conocer detalles del suceso, que dicho sea de paso debe conocer toda persona que ame esta región.

Resulta que el 8 de julio de 1947 en Roswell, Nuevo México, la prensa de aquel lugar publicó que algunos pobladores habían visto platillos voladores no identificados, a los que atribuyeron que eran seres de otros planetas. Dicha noticia fue muy aprovechada por los habitantes de esta comunidad, al grado que al día de hoy es una fuente de turismo muy atractiva que hasta el Mc Donald’s en su arquitectura ordenó que su local fuera precisamente un platillo volador.

Resulta que tres años después, el 23 de abril de 1950 el periódico de Matamoros “La Voz de la Frontera” publicó una nota que decía: “Platos voladores sobre Matamoros” que aludía a “un conocido radiotécnico, cuyo nombre desea que se conserve en el anonimato, pues no quiere verse asediado por la prensa de todo el país, manifestó ayer haber interceptado con su aparato de recepción ultramoderno, llamadas en clave procedente de otro planeta, mediante las cuales se indicaba que se está preparando una invasión de los famosos platillos voladores, etc, sobre esta Heroica Matamoros”. Hasta ahí la cita. Años después un titular a ocho columnas, pero de “El Sol de Tampico” del 7 de agosto de 1967 plasmó lo siguiente: “Platillos voladores sobre Tampico”.

Querido y dilecto lector, con el paso del tiempo se comenzó a hacer un secreto a voces en estas dos ciudades de la costa tamaulipeca que a partir de esos tiempos los alienígenas aludidos habían instalado una base submarina en el Golfo y que, por sus poderes literalmente extraterrestres, lograban que los meteoros anunciados como devastadores para nuestra región fueran desviados hacia otros rumbos.

Curioso porque el Huracán Beulah nos pegó fuerte en Matamoros y Tampico en 1967, quizá es la excepción que confirma la regla. El detalle es que hay gente que cree a pie juntillas este relato de ciencia ficción, que bien aprovechado puede ser fuente de ingresos turísticos para la región como lo ha sido en Roswell, Nuevo México. Fascinante mito que nos atrapa y que forma parte de nuestra historia, ojalá la sepamos capitalizar a favor de nuestra región.

El tiempo hablará.

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