Hernias discales: Técnica Matamoros

El genio es una larga paciencia. Johann W. Goethe.

El alcalde Mario López reconoció al Dr. Benjamín Arriaga Valdez, por haber sido el creador del procedimiento médico conocido como “Técnica Matamoros”, el cual consiste en atender y dar solución a los pacientes con problemas de hernias discales de la columna vertebral, y lo más sobresaliente del método, sin necesidad de practicar cirugía. Esto no es poca cosa, pues reduce sustancialmente los costos.

Una de las aspiraciones más contundentes de todo columnista es describir nítidamente la realidad cuando componemos, valga la redundancia, una columna o escrito, se sufre cuando se pudiera ver la realidad con lentes empañados cuando se tiene delante. La aspiración de ser un analista de excepción está siempre presente, para describir las personas y las cosas con rasgos certeros, gráficos y en el lenguaje que hablan todos sus contemporáneos. Y sobre todo que, no nos gane el afán de lo romántico por la ciudad que amamos, es decir Matamoros.

Pero que bien cuando la realidad se empapa de romanticismo y nos permite contemplar el vasto panorama de la vida en el entorno que nos ha tocado vivir, en casos que le dan empaque a nuestra ciudad como el logro conseguido por el Dr. Arriaga; y en ello entender que el genio es aquel que en todo instante sabe plasmar en sus hechos sus ideas.

Decía Honorato de Balzac que el prototipo del médico ideal es ser sabio, bueno y generoso. A riesgo de que se me acuse de panegirista diré que el doctor galardonado reúne los tres adjetivos calificativos en su persona. Desde el momento en que el nombre de su tratamiento lleva el apelativo de nuestra ciudad ya me gano la inspiración de mis escritos. Todo lo que exalte a Matamoros hay que puntualizarlo y cacaraquearlo.

Que todos los ciudadanos desarrollemos con ello un orgulloso sentido de pertenencia y que sin empacho reconozcamos el mérito del otro. Cosas negativas siempre hay muchas, pero como sociedad no nos sirve de nada replicarlas.

Querido y dilecto lector, la pasión es el supremo resorte que ha movido al Dr. Benjamín Arriaga Valdez, y es natural que simpatice con los apasionados, con los seres que llevan hasta sus últimas consecuencias la pasión de que están poseídos. La pasión médica es un ideal. Y el ideal, aunque no sea compartido, merece siempre respeto, ya que para quien lo siente, es precisamente eso, un ideal, supuestamente legítimo y hasta santo. ¿No era Don Quijote un delincuente a los ojos del vulgo y de las personas comunes?

El hombre matamorense que decide salirse de su ámbito de confort y se planta en la selva primitiva, arriesgando mucho o todo, crea un nuevo orden de cosas a nivel local, un nuevo valor, y merece, cuando menos, la admiración de quien lo contempla y derecho a ser un héroe. En esto, como en todo, son las temperaturas altas, existencialmente hablando, las que valen.

Fue un alumno de medicina que cuando no sabía una cosa la preguntaba; La ciencia habría admirado en él una suerte de humano dechado, tratando siempre de guardar equilibrio en todo: la acción y el corazón, además de la inteligencia y la voluntad.

Y en el andar de la vida agrando su inteligencia con el estudio, pero además pulió la meditación con su pensamiento y obviamente amplio la ciencia en su mente. No se limitó a saldar sus cuentas académicas en la medicina con tan solo la imaginación.

Un hombre muy bien anclado en la vida y en Matamoros. Supo dar el valor psicológico a sus intuiciones, sueños y corazonadas. Dan muchas ganas de novelarlo.

Un matamorense que supo capitalizar todas sus experiencias y adversidades para que influyeran correctamente en su genio y en su conducta que conformaban la base de su carácter que incluía la intrépida fe en el porvenir.

Es obvio que la poca obra infunde amor propio, pero el mucho trabajo inspira una modestia infinita. Como todos los hombres superiores, Arriaga, de Matamoros está siempre muy ocupado con sus ideas y el resultado es que hay en él tanta fuerza y poder en lo referente a la medicina.

Posee una frente amplia separada por un surco poderoso que los grandes proyectos, las grandes ideas, las profundas meditaciones inscriben en la frente de los grandes hombres y con ello nos invita a no ser hombres del montón. Es un epígono y un precursor de la ciencia médica.

Debemos saber que el genio en toda cosa es intuición. Por debajo de este fenómeno, el resto de las acciones notables se debe al talento. En eso consiste la diferencia que separa a los médicos de primera y de segunda fila.

Esta aportación se dio entre crisis de desaliento y ráfagas de esplendor. Nos queda la enseñanza de que en cualquier rubro de la vida la creación es obra del talento y secundado por el trabajo y la constancia.

Felicidades Doctor Benjamín Arriaga, ilustre matamorense.

El tiempo hablará.

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