El efecto Dunning-Kruger y el Síndrome de Hubris aplicado a la JAD.

Cuanto más ignorantes, más sabias se creen las personas. Sócrates, según Platón.

La columna de hoy está un poco sinuosa y confusa. Léela bajo tu propio riesgo sesudo lector. Suerte en el intento. Es la suma de muchas lecturas, un poquito por aquí y otro poquito por allá y está inspirada en los actos y los actores de la JAD de Matamoros. Comenzamos.

Iniciaré definiendo el efecto Dunning-Kruger (EDK), el cual es un sesgo cognitivo que las personas con bajas habilidades en una tarea sobrestiman su desempeño. Es decir, un sesgo en que las personas incompetentes suelen sobrestimar su habilidad. Vale decir que esta distorsión no suele ser consiente y se debe a la incapacidad de las personas para reconocer su propia ineptitud. Mientras todo fuera mera teoría no habría problema, lo grave de este punto es que la ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento.

Permítaseme contextualizar. David Dunning y Justin Kruger amantes de la conducta humana como tu servidor, publicaron un artículo titulado: “Incompetentes e inconscientes de ello”, donde afirman que las personas que tienen dificultades para reconocer sus incompetencias, terminan haciendo una autoevaluación exagerada. Esto se agrava porque los individuos incompetentes no tienen las habilidades para auto evaluarse. Triste realidad.

En ese tenor, a las personas nos toca evaluarlas por su desempeño, no por lo que digan de sí mismas. Para esta evaluación solo se necesitan razonamientos lógicos y no dogmáticos. Ni de derecha ni de izquierda. El punto es que el estudio aludido de EDK confirma como naturaleza humana que los más incompetentes sobrestiman sus capacidades y los más competentes las subestiman. ¡Oh gran tragedia!

Particularmente con la clase política esto no es poca cosa, pues la excesiva confianza genera decisiones malas en todos los órdenes de la vida, como por ejemplo las decisiones incautas de los gobernantes, justo como lo que quieren hacer en la JAD, definir su administración con criterios eminentemente electorales más que técnicos o de verdadero valor para Matamoros.

Ante esto no podemos quedarnos sin alzar la voz. La oficina que administra el vital líquido en Matamoros no puede estar operada bajo criterios coyunturales o de capricho electoral. ¿Qué se había venido haciendo? Rompamos esa inercia. No porque lo decidan quienes gobiernan necesariamente es lo correcto. Puede ser que los consejeros de la JAD asumen en automático que en el gobierno del Estado son sabios y con conocimiento; la realidad en función de lo que vemos, es que esto no necesariamente es así. Esta creencia los lleva a votar a favor de posturas irracionales. Doy el ejemplo.

Tanto Cabeza de Vaca, como Leticia Salazar, quien se dice está detrás de esta acción, cuando fueron alcaldes en su momento pretendieron hacer lo que ahora le niegan a Mario López, la administración municipal del órgano operador del agua, acorde con el artículo 115 de la constitución. Un consejero de la JAD que se precie de ser sabio es aquel que tiene conciencia de sus límites para beneficio de nuestra ciudad, así como saber que los gobernantes que ignoran un tema, tienden a creer que saben más de lo que realmente saben.

Por otro lado, pero sin salir del tema, la palabra hubris o hybris, de origen griego, significa orgullo, presunción o arrogancia. Los griegos utilizaban este término para hablar del comportamiento humano caracterizado por una arrogancia desafiante frente a los dioses, por una ambición desmesurada que, temeraria e insolentemente, cree que puede obtener mucho más que aquello que merece. Lastimosamente el Síndrome de Hubris está también muy presente en la historia de Tamaulipas. Infinidad de gobernadores de toda índole, políticos y directivos lo han padecido y lo padecen. Quienes lo padecen pierden el contacto con la realidad tras alcanzar un puesto de poder y poco les importa afectar a terceros o a consejeros.

Ya lo hemos mencionado en anteriores columnas, el «Síndrome de Hubris» es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades, como querer manipular la JAD como si fuera de su propiedad, y desprecio hacia las opiniones o reglamentaciones que les ponen límites. Entre los gobernadores de Tamaulipas y sus allegados se ha dado justo al final de su sexenio. Hoy no es la excepción, pero son otros tiempos.

Los síntomas desde Cavazos Lerma han sido: confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad, sentimiento de superioridad sobre los demás, desmedida preocupación por las excentricidades, el rival debe ser vencido a cualquier precio y falta de capacidad para gestionar positivamente la pérdida gradual del mando o de la popularidad, todo esto los hizo terminar en la desolación, la rabia y el rencor.

Hoy a las 12 del mediodía veremos si conocer la historia sirve de algo a los consejeros de administración de la JAD.

El tiempo hablará.

Mas Noticias:
Leer más