Rutinas y absurdencias.

Absurdo desveló que me entrega a fantasías que vivo a mi realidad que sueño y mi existencia que pasa. Anónimo.

Hoy no abordaré el tema de la política. Estoy sumamente molesto por el sueldo de los diputados. Los de Morena habían dicho que se bajarían sus emolumentos y no lo hicieron, y quizá no lo harán nunca, en el tema de los sueldos no se llegó a un acuerdo y ahí sí no hubo “aplanadora” morenista que determinara la disminución. Por esa desesperante razón, siguen recibiendo mensualmente sus 74 mil 672 pesos, más sus apoyos económicos adicionales de 45 mil 786 pesos por concepto de asistencia legislativa, y otros 28 mil 772 pesos para atención ciudadana, todo eso para hacer un total de la friolera de 149 mil 230 pesos.

Por eso me dejare levar por lo que mucha gente me replica con palabras melosas cuando no aterrizo en mi columna la pérfida de la política. Asumo que dan por hecho que solo se habla de la misma para criticar las malas acciones que con astucia se hacen legales, como muchas cosas que han hecho y seguirán haciendo nuestros diputados con olímpico cinismo y un hipócrita escusa a la ciudadanía: “disculpe usted”.

Prefiero filosofar, aunque tiene esa dualidad que nos lleva a pensar que dicha acción es buena y es mala al mismo tiempo. Es como la puntualidad, es un cumplido que uno hace al inteligente y una reprimenda que administra al estúpido. Corres el riesgo de caer en el precipicio cínico y peligroso de que todo es relativo. Lo que ahora comprendo y estimo mejor son los pequeños detalles del andar cotidiano que se nos escapan de entre las manos como el agua que infructuosamente tratamos de mantener en nuestras manos y simplemente se nos va. Habrás notado querido lector que hoy ando poéticamente hipersensible.

Mi querido y dilecto lector, debo aclararte que la palabra absurdencia no existe en el diccionario de la Real Academia de la Lengua pero debería de existir como aquel termino que define las acciones que nuestros políticos no se cansan de hacer con reiterada cadencia y constancia; un sustantivo que se acciona en presente continuo obstinado que nos tiene postrados como nación y que se niega a ser definido para ser instalado en el silencio seductor de los libros de ciencia. Procuraré hacer las gestiones pertinentes para que las autoridades lingüísticas de nuestro fascinante y extenso castellano me la acepten como un neologismo y deje de ser un barbarismo de nuestro idioma.

Decía Fernando Savater que es de suma importancia para el desarrollo pleno de la raza humana la aplicación constante de la “neotenia” que se refiere a esa capacidad y disposición para querer siempre estar aprendiendo cosas nuevas. La persona que se limita en este dulce y provechoso afán de querer siempre aprender denota una ignorancia supina. Aquel que afirma con soberbia que ya todo lo sabe y que ya no necesita saber más, simplemente está presumiendo su ignorancia.

Debo señalar que cada vez ratifico que mi ignorancia es más densa y amplia que mi saber. Cada conocimiento nuevo que llega a mi vida lo estreno en mis emociones como juguete nuevo. Esta semana aprendí muchas cosas nuevas. Un buen amigo me recomendó ver en Netflix la serie “Juana Inés” que nos relata la vida de aquella mujer mexicana de talento indiscutible en las letras y me ha dejado gratamente pasmado. Aprendí que la mirada de la mujer es tan mortal como el basilisco, que según la mitología griega es una serpiente que mata con la mirada. Pero me quede admirado de la manera tan cínica, cautivadora y fabulosa con la que Sor Juana adornaba el pecado con sus letras; confírmelo sino el siguiente soneto que describe las ganas enormes de perderse: Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, sé que lo siento y no se la causa porque lo siento, siento una grave agonía por lograr un devaneo, que empieza como deseo y para en melancolía. Hasta ahí la cita. Simplemente cautivador la tal Sor Juana.

Por otro lado, para seguir evadiendo el tema de la política, quiero puntualizar una acción que no tiene palabras debido a que es hija de la modernidad. Cómo le vamos a llamar a esa acción que consiste en escribir en tu whatsapp esa palabra que no era la que querías escribir. Sería una buena idea sugerirla y que en un futuro quedara plasmado que la susodicha palabra surgió de Matamoros. A eso le llamo innovar en el idioma. Ojala en nuestra ciudad existiera más interés y menos desprecio por este tipo de minucias que hoy en día pueden traer realce mundial.

Estoy feliz porque llego el frio y con el mismo cae la lluvia como un grato murmullo en nuestra multifacética ciudad de Matamoros. A disfrutar el frio lo mismo que el calor que la vida es corta.

El tiempo hablará.

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