Primer tercer informe de la 4ª transformación.

Hemos atendido las palabras en el primer informe formal del presidente AMLO al congreso. Viene en Tamaulipas el informe respectivo del gobernador Cabeza de Vaca y el de los presidentes municipales. Todos ellos son insumo de análisis para trazar líneas de interpretación política, erradas o certeras de quienes nos dedicamos a esto de husmear las acciones y las intenciones de quienes nos gobiernan.

Hay en el estado de ensueño colectivo, congelaciones súbitas producidas por una sola palabra. Todo pensamiento se condensa bruscamente alrededor de una idea y no es ya capaz de ninguna otra percepción. Eso produce las palabras de AMLO en sus seguidores, y la antípoda en sus detractores.

Es importante entender que todos los seres humanos tenemos cosas heroicas y cosas equívocas. Y ello es más evidente en quienes nos gobiernan. Algunas veces ellos en sus informes nos embriagan más con sus palabras que el vino. Un informe presidencial es siempre un polvorín de ideas.

En el momento que el drama del primer tercer informe de la cuarta transformación penetra en el espesor de una de las nubes políticas que cubren los principios de la presidencia de AMLO, no era conveniente ningún equivoco y es muy necesario entender la postura activa y deliberadamente disruptiva del presidente. No para apoyarlo o vituperarlo simplemente para entenderlo.

AMLO ha adquirido la autoridad presidencial sin violencia, con un giro revolucionario como se plasma en muchas de sus acciones. Buscó él mismo este poder que ahora tiene, lo tomó; se lo ofrecieron y lo aceptó; convencido, quizá equivocadamente, pero convencido de todos modos, que había que terminar con prácticamente todo el legado de EPN, y si me lo permiten incluyendo a los panistas Fox y Calderón.

Para él, ese es su deber. Hasta aquí podemos decir que todo es de buena fe. Ahora bien, digamos en conciencia, que estando AMLO de buena fe en su posesión y la 4T de buena fe en su ataque, la cantidad de espanto que se desprende de los cambios sociales no recae sobre AMLO ni sobre la democracia, esto es más bien un claro choque de principios.

Querido y dilecto lector, según intuyo, un choque de principios se parece a un choque de elementos. El océano defiende al agua, el huracán defiende al viento, los mercados defienden las mediciones de la economía, la democracia, en teoría, defiende al pueblo; la monarquía que es lo relativo, resiste a lo absoluto que es el pueblo. Y en este intríngulis existencial, la sociedad vierte angustia en ese conflicto; puede quedarnos el consuelo que lo que hoy es su padecimiento en un futuro puede ser su salud.

Uno de los partidos se equivoca, pero los que se engañan, se engañan sinceramente y eso solo lo sabremos cuando el tiempo pase y sean irreversible los resultados para bien o para mal. El detalle es que los afectados seremos nosotros, los ciudadanos o para que se lea más apegado a la 4T, nosotros el pueblo.

Y entonces la culpa de estas colisiones se la podemos imputar a la fatalidad, pues en estas tempestades políticas, cualesquiera que sean, entra siempre la irresponsabilidad humana.

Al escuchar el informe de AMLO y recordar otros, a nivel federal y estatal, entiendo que la historia marca que hay gobiernos que nacieron ayer y tienen que combatirse hoy. Nos guste o no, eso es una constante. Muy pocas inteligencias comprenden esto. Muy pocos gobernantes lo asimilan durante su mandato. Verbigracia, Tomas, Eugenio, Egidio, etc. Los errores de Fox, Calderón y EPN ayer han sido los mejores proyectiles de AMLO hoy.

Y todo esto sucede porque pareciera que de cada grupo político nace un partido, de cada contrasentido una facción; y cada partido cree tener el único texto verdadero, y cada facción cree poseer la luz. Y por lo regular el mismo poder es una facción.

Hoy podemos ver en AMLO a un hombre que podemos catalogar de feroz, aunque una buena cantidad de ciudadanos lo considera feroz para hacer el bien, les guste o no a sus opuestos o adversarios políticos. Las grandes masas interpretan que tanto Fox, como Calderón y EPN estaban rodeados de hombres risueños, bordados, dorados, encintados, con ropa de seda, plumas Mont Blanck, pipa y guante blanco, zapato de charol, que apoyando los codos en una mesa cubierta de terciopelo, a lado de una chimenea de mármol, insisten templadamente en la conversación y permanencia de lo pasado, de aquellas formas en las que la elite política era vista como los grandes tlatoanis. Esa es la razon primaria de porque AMLO tiene la aceptación en los porcentajes que conocemos, más del 60%, independientemente de todas sus imprecisiones del informe.

Si nos viéramos obligados a elegir entre los barbaros de la civilización y los civilizados de la barbarie, escogeríamos a los barbaros a secas.

Al final lo que para unos es ceguera para otros es lucidez.

El tiempo hablará.

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