Mario López. La Secundaria Tres.

La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla. Gabriel García Márquez.

Todas las historias contadas tienen algo de ficción y algo de realidad. Isabel Allende, al igual que Gabo, tiene sus razones para contar las vidas; dice que la mayoría de las veces narramos lo que recordamos y no necesariamente como fueron las cosas. Recordar aquello que pasó por nuestras vidas en un pasado muy lejano es exponerse a imprecisiones pero vale la pena el reto para ejercer la memoria.

Lo conocí en la calle cuatro y González en la Secundaria Federal Número Tres, Bernardo Gutiérrez de Lara. Cuando yo entré a primero, él ya estaba en tercero. Desde entonces le decían “La Borrega”, era compañero de grado de mi hermano Francisco, pero Mario estuvo en el “B”. A la hora de escoger taller se fue por carpintería. Amigo de travesuras de un tal René González apodado “La Rana”. Eran la Rana y la Borrega, los dos amigos en la secundaria.

Los del “A” y del “B” eran dos grupos que competían en hacer algo de relajo para tratar de ganarle la partida a la prefecta Juanita y al encargado de orientación vocacional, el profesor Chanito. En una ocasión Mario estaba en la ventana de un aula de clases con un vaso de agua, dudando si lo tiraba al pasillo que iba de la cancha de Basquetbol a su salón, en ese momento el atractivo de la travesura era que no podía ver si alguien venía de las canchas.

Después de tanto dudarlo se animó y lo lanzó con una pequeña mala suerte, que venía por el pasillo el profesor Chanito, quien recibió en su vestimenta el líquido. El maestro con un aire de comprensión se acercó a Mario y le preguntó: “¿Era agua verdad?” Y el estudiante tímido y arrepentido le respondió que sí. El profesor simplemente se dio la vuelta y continuó su camino.

Tercero “B”, el salón de Mario, estaba en la planta alta, era el primero de la derecha viniendo de las escaleras y la dirección. Ahí quedó la estela de andanzas con su característica figura espigada y vestido color caqui, de quien con su pelo aborregado terminó sus estudios de secundaria y que por tres años en la hora del descanso se aglomeraba en el centro del patio para comprarle a la maestra Lupita lo necesario para saciar el hambre del estudiante.

Ocasionalmente al salir de clases era de rigor esperar a que pasaran por los estudiantes en dos puntos externos de la Secundaria Tres. Uno de ellos era la papelería “El Maestro” en contra esquina de la escuela, y el otro punto era “El Lápiz Rojo” en frente de la institución.

Nadie imaginaba entonces que entre ese grupo de estudiantes inquietos, había uno con su característico cabello chino abundante, con esa dualidad típica de la edad, entre inquieto y responsable, vivía su vida estudiantil quien muchos años después sería el presidente municipal de Matamoros, que en su primer intento ganaría con 78,299 votos contra 66,613 de su más cercano competidor y tres años después lograría ser el primer matamorense en reelegirse con 108,160 contra 51,208 de su más cercano competidor. Letal y fatal.

Muchos años después de ese punto de coincidencia en la secundaria me topé con Mario siendo ya presidente municipal en su primer periodo. Nos reconocimos siendo ya adultos. Muchos años y vivencias nos habían conformado la vida, cada quien por su camino, él por el lado de la contabilidad y yo por el lado del periodismo.

Hoy, ese estudiante de la Secundaria Tres ha hecho historia en dos dimensiones, el primer presidente municipal reelecto en Matamoros y el más votado en la historia. Solo Mario sabe hasta dónde eso lo compromete. Es sin duda un ciudadano normal con una historia como la pudimos tener todos, un matamorense de la cultura del esfuerzo.

De la secundaria a la presidencia fue como subirnos a la máquina del tiempo y volvernos a encontrar en un aparente cerrar y abrir de ojos. Hoy las responsabilidades son mayores y los retos están a la vista. Ya no está la prefecta Juanita, ni el profesor Chanito, ni la maestra Sonia, quien era la subdirectora. Todos ellos ya hicieron su trabajo.

Lo que viene es causa y efecto de lo que se sembró en esa Escuela Secundaria Federal No 3, “Bernardo Gutiérrez de Lara”. Es momento de la cosecha.

El tiempo hablará.

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