De lo que estamos hechos.

¿Qué se puede contar en la primera columna del año? En mi calidad de periodista me llegan un sinfín de relatos y vivencias de diversas personalidades de variados puntos geográficos en nuestro país, que solo corroboran lo impredecible que es nuestra imperfecta naturaleza humana. Dichos relatos pueden ser los de todos nosotros, sesudo lector, o los de una persona muy allegada a nuestra vida.

Mencionaré dos relatos que llegaron a mí en el 2019 que te darán empaque sustancial de vivencias que no se presumen pero que son posibles en el entorno humano. Una la podemos catalogar de compleja tragedia y la otra de agradable comedia.

Léelos con atención y entenderás que la vida en sí, es profunda y misteriosa. No estamos exentos ninguno de nosotros a experimentar vivencias imponderables que jamás consideramos vivir. Partimos de la premisa que como seres humanos somos capaces de todo, razón por la cual debemos considerar con acentuada vehemencia, válgame el pleonasmo, ponernos frenos morales o espirituales, y aun con ellos es factible fallar.

Los personajes aludidos serán citados sin nombre, pues el relato es tan intenso que si esto fuera una novela, no podríamos ubicar la diferencia entre la realidad y la ficción. Debo aclarar que los dos casos tienen que ver con decisiones tomadas, la primera en función de las apariencias. Mucho cuidado con eso, podemos caer en un abismo existencial sin paracaídas.

Querido y dilecto lector, debo aclarar que una característica inevitable es que los jóvenes están siempre dispuestos a confiar en la palabra de una cara bonita, ósea, deducir la bondad de un alma de las facciones, de tal forma que un sentimiento indefinible los induce a creer que la perfección moral coincide siempre con la perfección física, y a base de golpes de la vida y con el paso del tiempo descubren que hay rostros hermosos con almas horribles y viceversa.

Muchos años atrás un joven de sobrada solvencia económica, embaraza a una jovencita de menor solvencia, no necesariamente pobre, y en la espiral de reacciones encontradas por el imprevisto no planeado, válgame por segunda vez el obstinado pleonasmo, la jovencita es acusada de oportunista, razón por la cual la familia del varón considera que no es conveniente el matrimonio y la consecuencia es que la dama queda como madre soltera.

Con el devenir del tiempo, las vidas de estos jóvenes tomaron rumbos diferentes; él se casa con una mujer de facciones muy hermosas, y ella encuentra al hombre que le de apellido a su hijo, quien fue tratado como bastardo por el padre biológico y su familia. Sucede que la fascinante mujer del muy prospero joven da a luz una creatura que por una de esas insospechadas razones resulta que sus genes no coinciden con los de él. Engendró un hijo que nada tenía de él. ¿De la nada surgen las tragedias?

Se encuentra en este mundo ciertas personas en que se dan los mismos efectos sin que los produzcan las mismas causas. Traza el tedio en torno a esas casas desdichadas un círculo de bronce que encierra el horror del desierto y el infinito del vacío. Un hogar, en esos casos, no es ni siquiera un convento, sino algo todavía peor: una tumba. En el seno de esa circunstancia glacial, contempló el joven rico a su mujer sin pasión. Ubicó a posteriori que el egoísmo divinizado y la estrechez de ideas es una rigidez del alma que no sirve de mucho.

Por otro lado, en los mismos años pasados, frente a toda la belleza de la vida y de la juventud un hombre se encuentra precisamente el día de su matrimonio con que ya todos se fueron a su boda, menos él. Ya vestido con su atuendo elegante de novio, analiza en aquel momento las opciones a tomar para llegar a la iglesia, con el acentuado e incómodo inconveniente de que no contaba en ese momento con automóvil alguno para desplazarse. Si se iba a pie a la iglesia llegaría sudado a su boda. En ese momento de vértigo existencial y de emociones encontradas decide pedir un aventón a la primera persona que pasara por el lugar. Un buen hombre decide hacerle el favor y lo levanta para transportarlo en uno de los días más importantes de su vida a consumar una de las decisiones, también más importantes de su vida.

En reciprocidad el novio decide invitar al sustancialmente aleatorio y perfecto desconocido “taxista” a su boda, el desconocido le dice que, él con gusto lo lleva y que no está obligado a invitarlo. Al final el hasta entonces desconocido transportador de novios abandonados por su familia asiste a la boda. El resultado de vida es que el “taxista”, con el paso del tiempo se casa con la hermana del novio y de ser un desconocido se convierte en su cuñado. ¿De la nada surgen las comedias?

El tiempo hablará.

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