Cartas.

Cuando una mano se alarga para pedirme algo, pienso que esa mano puede ser, mañana, la que me ofrezca un vaso de agua en mitad del desierto. Alfonso Reyes.

Cuando supe que nuestro escritor universal mexicano, el regiomontano Alfonso Reyes fue en cierta medida tutor de otro grande, y no menos universal el argentino, Jorge Luis Borges me entró una especie de gusto morboso, pues por muy presumidos que pudieran ser los argentinos, con esta tutoría aludida siempre nos quedarán debiendo. Lo digo porque en mi aportativa época de la universidad, pude conocer a un hombre de esa nacionalidad en forma ocasional y recuerdo que muy orondo se jactaba con cierto aire despectivo que los mexicanos descendíamos de los aztecas y los argentinos de los barcos, en una clara presunción de su origen europeo.

Borges y Reyes tuvieron un intercambio epistolar como ahora lo tienen AMLO y Donald Trump. Borges le dice en cierto fragmento de la susodicha carta aquello de “poseíamos idiotez…con una idolatría cómoda que florecía en las paredes, en las milongas y en las letras de tango”. Que manera de expresar los tiempos que se vivían en Argentina.

En el intercambio epistolar, curiosa y suspicazmente meloso que en estos días han tenido nuestro virtual presidente electo y el impredecible presidente Donald Trump; el mexicano inicia plasmando que desea agradecerle la buena disposición y el trato respetuoso recibido por parte del norteamericano a partir del 2 de julio, esa fecha que a los tamaulipecos nos tenía en vilo, pero que afortunadamente no sucedió nada, hasta ahora.

Siguiendo con la dulzura que puede ocasionarnos un coma diabético el presidente Trump responde a AMLO en el inicio de su misiva que, “Gracias por su amable carta y felicitaciones nuevamente por su elección”. ¿Qué trama Trump? ¿Es AMLO tan ingenuo para creerse las palabras del presidente empresario?

En otro fragmento de la carta de AMLO, comparte una propuesta cuyo fin es iniciar una nueva etapa en la relación entre México y Estados Unidos basada en el respeto mutuo y la identificación de áreas de entendimiento e intereses mutuos que incluyen cuatro aspectos el comercio, la migración, desarrollo y seguridad a lo que el presidente norteamericano le respondió con una empatía de amor platónico que está de acuerdo con las cuatro prioridades que ha identificado el ganador de Morena y no solo eso, agrega que ha dado indicaciones para redoblar esfuerzos con su próximo equipo de gobierno.

Hasta aquí déjame respirar filosóficamente querido y apreciado lector, estoy a punto del colapso emocional con tanto entendimiento entre estos dos personajes, quienes llegaron a su meta política en forma muy semejante, navegando contra corriente y contra todas las apuestas. Against all odds diría Phil Collins en aquella romántica melodía de 1984 y que hoy encarnan estos dos presidentes del continente americano que supieron darle forma al hartazgo de los ciudadanos de sus respectivas naciones.

Un punto que llama mucho la atención es cuando AMLO agrega que en materia de comercio, le parece que vale la pena hacer un esfuerzo por concluir la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y curiosamente agrega que prolongar la incertidumbre podría frenar inversiones a mediano y largo plazo y, como si ya fuera el presidente electo, le propone reanudar las negociaciones con la participación de los representantes de México, Canadá y Estados Unidos y que su equipo de trabajo participaría en coordinación con los funcionarios del actual gobierno mexicano.

Ni Romeo y Julieta de Shakespeare habrían derrochado tanta miel en sus cartas ante este punto del TLCAN. Trump le responde a AMLO, contra todo lo que había venido diciendo, que una renegociación exitosa del susodicho tratado nos guiaría, asómbrese estimado lector, así lo dijo en plural, a tener más empleos y mejor pagados para los empleados mexicanos y estadounidenses que tan duro trabajan. En forma ipso facto, dejamos de ser la escoria humana que éramos antes de AMLO.

Creo que al presidente Trump le agradan las palabras de AMLO cuando afirma que en lo referente al tema de migración, el propósito más esencial de su gobierno será lograr que los mexicanos no tengan que migrar por pobreza o violencia ya que brindará las condiciones para que la emigración sea optativa y no necesaria. Eso suena a miel sobre hojuelas para su contraparte americana.

Cabe señalar que en toda esta dialéctica epistolar, a petición de AMLO el presidente Trump ha omitido abordar el tema del muro; podemos discernir gracias a los hechos, que tenemos a alguien que sabe que el respeto a la patria va acompañado de ese sentimiento que todos llevamos en nuestros corazones y se llama patriotismo: amor a nuestro país con un ferviente deseo de mejorarlo y con una confianza mutua en sus futuros destinos. Podemos ser incrédulos ante tanta melosidad política, pero tantas decepciones a nuestro país merecen una oportunidad más, aunque asomándonos un poco a la historia la desconfianza seria la primera consecuencia. Las mutuas cartas dan para más. Incluyendo las de Borges y Reyes.

El tiempo hablará.

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