Es real la irrealidad

Carl Jung

La mente humana es arquetípica: solo puede conocer, aprender y crear a partir de representaciones imaginarias. La comunicación, por el medio que sea, únicamente es posible mediante la transmisión y recepción de modelos compartidos.

Los arquetipos son los unos y los ceros, o sea, el lenguaje binario, con el que se programa el pensamiento, pero —¡ojo!—no la conciencia, puesto que pueden experimentarse estados del “Ser” en los que no hay representación imaginaria, sino un “saber” inexpresable; estados arquetípicamente crísticos o búdicos.

Un día todos habremos de experimentarlos, en esta o en otra de las vidas de nuestra infinita existencia, y solo podremos expresar —tratando de explicar nuestras sensaciones (arquetipos: paz, plenitud, felicidad, etc.)—una millonésima porción de la experiencia y, en ese momento, como decía Krishnamurti, habrá perdido su calidad de realidad y verdad; será simplemente una proyección. De ahí que no esté tan descabellada la nueva teoría científica según la cual nuestra experiencia de vida es solo un holograma de la verdadera realidad. Estamos hablando del término arquetipo, por supuesto, como lo concibiera Carl Jung: esa representación que se considera modelo de cualquier manifestación de la realidad, o incluso como lo entiende la religión: tipo soberano y eterno que sirve de ejemplar y modelo al entendimiento y a la voluntad humanos.

Tenemos arquetipos omnicomprensivos, como Dios; primigenios, como madre; modernos, como industria; de existencia concreta, como perro; de carácter imaginario, como dragón. Todo aquello en lo que se pueda pensar proviene de un arquetipo, toda manera de autodefinirse también.

Cada arquetipo tiene, por supuesto, sus características particulares y muchas variantes según las regiones, religiones, culturas, épocas e individualidades humanas. Están arraigados en nuestro inconsciente y, los tengamos o no presentes, los vivimos, los protagonizamos, somos sus avatares.

“Es esencial insistir que no son meros conceptos filosóficos. Son pedazos de la vida misma, imágenes que están integralmente conectadas al individuo a través del puente de las emociones”. Carl Jung.

A través de los arquetipos podemos conocernos a nosotros mismos y, aún mejor, construirnos. Constituyen el universo de todo lo que podemos ser, de polo a polo: de principio a fin, de malo a bueno, de oscuro a luminoso, etc. En nuestro contacto con lo que nos rodea, material o etéreo, vamos modificándolos, dándoles más matices, facetas, formas y significados.

Son la guía intergaláctica hacia las profundidades de nuestra alma. De ahí la importancia de conocerlos. El hombre ha creado muchos métodos para sistematizarlos y convertirlos en un camino iniciático. Uno de ellos es, por ejemplo, el Tarot. Sin embargo, también podemos utilizarlos para esclavizarnos unos a otros, empequeñecernos, estancarnos. Y, claro, eso es lo que comúnmente hacemos. El sistema que usamos para hacer esto se llama “estereotipar”. Ya estamos en terreno más que conocido, ¿verdad?

Revestimos un arquetipo de características limitadas, fijas y “expandibles”, es decir, aceptables e incluso deseables por una mayoría, de acuerdo a las exigencias de la época y la cultura, y le imponemos el sello “deber ser”. Y ésta es, estimados lectores, la razón de existir de la publicidad y la mercadotecnia: marcar tendencias a partir de estereotipos.

¿Cómo se vive usted respecto de su “deber ser”? ¿Es suficientemente delgado o delgada?, ¿posee el coche, la casa y la ropa de marca que lo destacarían?, ¿se dedica a lo que en su entorno le reporta reconocimiento?, ¿tiene las mujeres que lo harían héroe entre sus amigos o los pretendientes que sus amigas envidiarían?

Si sus respuestas son más nos, es usted afortunado o afortunada, porque está a tiempo de liberarse sin tanto dolor de la prisión de la mediocridad, para explorar todas sus potencialidades. Solo debe renunciar a la idea de que obtendrá todo lo que desea y necesita si, y solo si, encaja en eso que los demás dicen que hay que ser.

(Militante del PRI)

delasfuentesopina@gmail.com

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